Otro micro (bueno, más bien mini) - relato para la sobremesa del domingo, que además es precuela del de la semana pasada. Si es malo, la culpa es de Ramón San Miguel, que me ha contagiado esta rareza.
Francamente, comprendo que toda Europa esté harta de tantos años bajo la tutela de esos gobiernos de científicos que han sustituido a la antigua clase política por la que pocos se sentían representados.
Quizá algo tuvieran que ver los distintos editores de las Fundaciones de Asimov para que miles de ciudadanos se leyeran la saga entera y pensaran que una élite científica podría resolver sus problemas mejor que los ministros y los parlamentarios tradicionales. Tras una aprobación mayoritaria e indiscutible, de entonces acá se han sucedido varias mandatos de comités técnicos que han guiado de manera aséptica y racional las maquinarias estatales.
Sin embargo, a medida que ha pasado el tiempo, su impopularidad ha ido aumentando prácticamente hasta los mismos niveles del sistema anterior, llegando a su cota más baja con el comité sheldonista, cuyos miembros han llegado a ser abucheados por las calles y a recibir un tomatazo de un exaltado.
Así, tras exhaustivos estudios de opinión y de liderazgo, se ha decidido otorgar poderes casi ilimitados a un gobernante que será genéticamente diseñado para dirigir las sociedades del viejo continente de la mejor manera posible y que asumirá sus funciones justamente al cambiar este año de 2.084 al 2.085 y así de paso, felicitarnos ese nuevo año.
Con todo y con eso, aún me tienen que explicar de quién ha sido la idea de crearlo a partir de un antiguo presentador de televisión llamado Ramón García.
Francamente, comprendo que toda Europa esté harta de tantos años bajo la tutela de esos gobiernos de científicos que han sustituido a la antigua clase política por la que pocos se sentían representados.
Quizá algo tuvieran que ver los distintos editores de las Fundaciones de Asimov para que miles de ciudadanos se leyeran la saga entera y pensaran que una élite científica podría resolver sus problemas mejor que los ministros y los parlamentarios tradicionales. Tras una aprobación mayoritaria e indiscutible, de entonces acá se han sucedido varias mandatos de comités técnicos que han guiado de manera aséptica y racional las maquinarias estatales.
Sin embargo, a medida que ha pasado el tiempo, su impopularidad ha ido aumentando prácticamente hasta los mismos niveles del sistema anterior, llegando a su cota más baja con el comité sheldonista, cuyos miembros han llegado a ser abucheados por las calles y a recibir un tomatazo de un exaltado.
Así, tras exhaustivos estudios de opinión y de liderazgo, se ha decidido otorgar poderes casi ilimitados a un gobernante que será genéticamente diseñado para dirigir las sociedades del viejo continente de la mejor manera posible y que asumirá sus funciones justamente al cambiar este año de 2.084 al 2.085 y así de paso, felicitarnos ese nuevo año.
Con todo y con eso, aún me tienen que explicar de quién ha sido la idea de crearlo a partir de un antiguo presentador de televisión llamado Ramón García.
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